¿Saben de aquellllll...:que tiene la certeza de no haber cometido un pecado capital y, aún así, obligado está a pedir perdón?.
Siento comenzar así mi presentación pero, emulando a mi gran amiga Silvia Tostado y a su gran amiga y genio, Mafalda, debiera atender hoy (y digo sólo hoy porque no soy amiga de mirarme constantemente el ombligo) a mi y a mis circunstancias.
Desde que, el viernes pasado, decidiera abrir este blog han estado pasando cosas sin sentido alguno en mi vida. Creí que comenzaría esta nueva aventura epistolar hablando de lo complicada y maravillosa, a partes iguales, que nos resulta a mis compañeros y a mí la andadura política que llevamos entre manos (cosa que sigue maravillándome igual que de costumbre, por otra parte); sin embargo, hoy no me queda más que darme un sentido pésame cuando veo un giro radical en mi concepción del “perfecto amor”: cuando lo veas aparecer desde lejos, dobla la esquina y no mires para atrás, amigo mío.
Napoleón dijo en su día que: “en el amor y en la guerra, la única victoria es la huída” , pero el proverbio popular sabio también nos recuerda que: “el hombre está tan cerca de la estupidez, que sólo hace falta que abra la boca para caer en ella”, y de esto, amigos, tampoco me libro.
Espero que se “me” pase pronto…
Mañana será otro día.
Etiquetas: mis circunstancias